Por Jessica Cueto
Después de repasar en Pinterest ese afro perfectamente contestatario y fashion, que mantuviera el largo que tanto le había costado, se fue la negrita en búsqueda de su peluquería.
Prevenida por las tantas veces que fue maltratada, llegó a un Sandro solicitando a una peluquera que supiera manejar rizos, y que entendiera su decisión de llevar el cabello natural.
Así saltó una chica, mulatosa, negra clara con cabello corto y liso, fingiendo que entendía su solicitud.
Al lavarle el cabello la peluquera tomó su cabeza y como si se le fuera la vida en ello, le restregó como un coleto, afincada y en todas las direcciones. Al intentar detenerla solo le dió “tips” para el cuidado de su cabello -Que tienes que peinarte para abajo, que te lo seques antes de aplicar crema, que restriégate aquí, que jálate allá…- La mujer se despepitó en un sinfín de incoherencias con respecto al cabello afro, quizás por asumir que el aspecto natural de la negrita obedecía al descuido.
Después de enjuagar el champú, aplicó acondicionador y empezó a masacrarle el cabello, desenredando de raíz a puntas el enredo causado por el terrible lavado, sin compasión, jalando y templando…
La negrita pensaba -Por qué a las chicas blancas nunca le jalan el cabello, ellas se quejan profundamente de un simple tirón… En cambio yo, negra, nunca pude quejarme de los templones de cabello.-
Pero es que el pelo malo es fuerte, duro… Ahí no hay hebras partidas, ni cuero cabelludo o cuello lastimado… Ese no le duele a nadie.
Antes del corte, la negrita suplicando ser escuchada, explicó el comportamiento de su cabello… -No me lo dejes como una choza- le dijo, -córtamelo en capas, para que me quede redondito-. Pero la peluquera hizo lo que quiso.
Terminó por cortarle el cabello parejo, es decir, corto abajo y largo arriba… Para luego con el difusor aplicarle calor, porque según la peluquera, el cabello no se puede dejar mojado…
Y todo bajo los ojos críticos y avergonzados del resto de peluqueras, que le daban excelentes consejos… -Aplícale una queratina, un desriz suave… Sécale el cabello…-
Al terminar, la negrita quedó con el cabello como una choza y alborotado como nunca, sin un rizo definido y sintiéndose profundamente irrespetada, menospreciada y maltratada por el hecho de querer y tener su cabello natural.
Cuando llegó a casa, la negrita tuvo que lavarse la cabeza, por la cantidad de productos que en el empeño de estilizarle el cabello, le habían aplicado… Lacas, ceras, geles. Se lavó el cabello, y con un wash and go intentó salir a la calle con lo que resultó ser, todo, menos un afro.
La negrita que tan orgullosa está de su pelo malo, de ahí en adelante no ha podido sacar de su cabeza un turbante, ya que con su mal corte de cabello, las sirvientas de la belleza la sacaron del juego.
Fuentes:
Imágen 1: https://www.yaivi.blogspot.com
Imágen 2: https://es.pinterest.com/