Por Jessica Cueto
Hace
unos días fue despedido tras 17 años de trabajo en la cadena televisiva
Univisión, el venezolano Rodner Figueroa, luego de hacer un comentario de esos
que parecen inofensivos y jocosos, le dijo simia a la Primera Dama de los
Estados Unidos.
Y
no lo culpo, Rodner fue eco de un chiste viejo, ya que es costumbre en estas
tierras llamar mono a una persona negra, hecho evidentemente racista, pero que
por común y “gracioso” pasa por debajo de la mesa…. Hasta que se meten con la
esposa de Obama.
Aquí
en Venezuela han sido incontables los insultos racistas asociados a
funcionarios gubernamentales, un ejemplo es el de Arístobulo Istúriz, el cual más
de una vez ha sido públicamente comparado con un mono, cosa que a más de uno
partió de la risa.
Pero
llegó un venezolano, acostumbrado a burlarse de todo lo que su historia lo hace
rechazar, y se metió con la única negra que podía dolerle a alguien, Michelle
Obama.
El
racismo del que hacemos eco con nuestra “idiosincrasia” no es menos racismo, ni
menos ofensivo. Es resultado de la historia de discriminación,
“blanqueamientos”, y vergüenza étnica que llevamos a cuestas.
Por
otra parte la acción de despedir a un venezolano homosexual, de una cadena de
televisión latina, supuestamente por su comentario racista, más que un acto de
justicia, me da un poco de risa por lo hipócrita del acto en sí. En Estados
Unidos policías matan a negros a la luz del día y bajo las cámaras de aficionados,
para luego salir libres. Así que si ellos quisieran hacer verdadera justicia,
lo harían en esos términos, no bajo reflectores.
Personalmente
estoy de acuerdo con que se castiguen actos racistas en cualquier parte del mundo
y cualquiera que fuese la circunstancia, pero no a través el show mediático,
que pareciera ser el modo de actuar en la administración Obama.
Fotografía 1: heavy.com
Fotografía 2: nbcnews.com