Por Jessica Cueto
Como
negra venezolana, que ha vivido procesos sociopolíticos tan importantes como
fue y sigue siendo la revolución bolivariana y chavista, no me escapo del
análisis a lo interno y externo de nuestra posición en esta sociedad
capitalista, patriarcal y racista, como es la venezolana. Intentaré
explicar entonces, la sensación de ser negra y mujer en esta sociedad que niega ser
racista y patriarcal, y que bajo la cara del racismo, endoracismo y misoginia no ha dudado en dejar claro mi lugar en ésta.
Entendiendo
que el racismo es externo al grupo, mientras que el endoracismo es la internalización
del racismo por el pueblo sometido, aceptando su autonegación; identificándose así,
el colonizado con el colonizador.
Un racismo, frontal, y profundamente
hiriente lo experimenté a los 5 años, cuando otra niña,
blanca, aclaró firmemente y sin tuteos que no jugaría conmigo por negra; eso me
hizo tocar piso, y entender rápido que mi lugar como negra era distinto al de
los blancos. Este no fue el primer episodio de racismo, ya en preescolar
recuerdo, no tan traumáticamente, el que al jugar se me emparentaba casi
inmediatamente con otro niño negro para hacer las veces de sirvientes,
nunca los papás o los hijos.
Aclaro que mi lugar de crianza no fue en los Andes, o en el este del este de
Caracas donde cuesta encontrar caras prietas, sino en el estado Vargas, costa
litoralense, llena de negros, negras, morenos y un sin fin de mestizos.
Ya
desde mi círculo familiar, a pesar de mostrar un marcado orgullo por la
negritud de nuestra herencia, se mostraban rasgos endoracistas reservados a
otros negros al que se les quisiera denigrar o "ubicar". Comentarios
como, "negro y feo", "negrestín", "fondo 'e
paila", "pelo malo", y aclaratorias con respecto a la estética,
donde lo negro es feo, ordinario y pobre, convivían a la vez con un discurso de
orgullo y resistencia afro.
Por
otra parte están los negros que se asumen claramente menos por su condición
étnica-cultural, buscando siempre hacia esa herencia blanca remanente en el
mestizaje. La nariz fina, los labios no tan gruesos, el cabello
"bueno", la piel clara, como también el deslinde de sus tradiciones
originarias.
La sintesis de esto, desde mi perspectiva es mas abundante y agresiva; es el chiste que no termina de
asumirse racista/endoracista, en cambio se ofende si se le enfrenta, quedando
el ofendido como acomplejado. Y no se limita al negro, va también para el indígena,
el pobre y para la mujer. Esta
en apariencia no agrede al discriminado, sino que asume una posición implícita
de menosprecio por la condición discriminada. Se dice tolerante, que no le
importa el color de piel, cultura o género, pero no duda en desmeritar por
estas condiciones.
Un
ejemplo que para mí lo resume, me ocurrió con unos
conductores andinos con los que viajé desde Caracas al estado Mérida. En este
recorrido pasamos por un reductor de velocidad donde estaba una chica morena,
claramente de origen humilde, vendiendo café, a lo que a manera de chiste el
conductor comentó con otros pasajeros -Diga
un número, y se la gana-. Esto parecerá no ser necesariamente racista, clasista
y misógino, pero algo se sentía en el tono "chistoso", además del
hecho de que yo, mujer negra, nunca deje de ser para el chofer al momento de
dirigirse hacia mí, "negrita", a diferencia del resto de los
pasajeros que siendo blancos nunca
fueron llamados "blanquitos". El conglomerado en su conversación
nunca tuvo una actitud frontalmente racista, pero entre risas y chistes (de mal
gusto), mostraban el menosprecio de lo negro, indígena y femenino.
Y
este para mi es el mayor problema, porque que difícil es reclamar un derecho
cuando no se ve violentado, y en cambio es ridiculizado.
Diariamente
observo y vivo prejuicios que dejan en mal puesto la negritud, considerándola
menos, intelectual, cultural, económica y estéticamente.
Consideraciones
sin enfrentamiento donde una persona es fea por sus rasgos negros o indígenas,
pero es considerada bella, por sus facciones blancas; presunciones de la
condición delictiva de una persona por su color de piel y aspecto humilde; el
asombro colectivo en la presencia de intelectualidades de etnia no blanca; las
aseveraciones ciegas de flojera y suciedad, atribuidas a etnias indígenas y
comunidades afrodescendientes; exotización de la cultura afro e indígena,
haciéndola ajena y rara; reconocimiento por características negativas a
comunidades afro e indígenas; preferencia por supuesta decisión personal,
desligada del racismo, la socialización con personas blancas; divulgación a
modo de chiste, clichés racistas, clasistas y misóginos.
Existen
otras muchas formas de este racismo/endoracismo disfrazado, pero son en
ocasiones tan sutiles, que el reclamo es más difícil que la complicidad. Debe
haber una legitimación de la denuncia ante este tipo de hechos, que no por ser
sutiles, son menos ofensivos.
Venezuela
es un país pluricultural y multiétnico, lleno de culturas diversas, lo que
detrás del título de mestizo ha sido utilizado para invisibilizarlas, quedando
tácitamente resuelto la supremacía de lo blanco sobre lo negro e indígena,
quedando grabado en nuestra conciencia colectiva.
Fotografía
1: nuestratierraabundante.weebly.com
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2: aserne.blogspot.com